lunes, 5 de julio de 2010

Entrevista a Roberto Vega

“El juego teatral como herramienta didáctica”
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El juego es un vehículo de comunicación que permite elaborar situaciones cotidianas, expresar fantasías inconscientes reprimidas, y revelar en el niño sus posibilidades de disfrute. Encontrar recursos para formar desde la escuela personas capaces de gozar, de manifestar sus sentimientos, de expresarse con otros, y de apropiarse de significados sociales es muy importante. En este sentido, el juego teatral es buena herramienta didáctica porque permite, ante todo, construir conocimientos sin dejar de lado el placer. Sobre estos temas dialogamos con Roberto Vega, especialista en Teatro en la Educación, quien ha desarrollado numerosos talleres sobre juego teatral en distintos países de América Latina.

¿Cuál es la función del juego teatral en el proceso de aprendizaje?

Roberto Vega: En primer lugar quiero destacar que el objetivo del juego teatral no es formar actores ni tiene como función una acción terapéutica, porque no está coordinado por psicólogos. Por el contrario, responde a necesidades de expresión y de comunicación. Es un recurso que permite articular el pensar, el sentir y el hacer, indispensables en todos los niveles de la educación. Más allá de los resultados, la significación del trabajo reside en la experiencia a partir de la cual el alumno aprende a conocerse a sí mismo, y a conocer a los demás a través de la simulación espontánea de situaciones en juego, sin hacer énfasis en la formación técnica. Por medio del juego, el alumno se va transformando en sujeto y objeto de conocimiento, y puede explorar constantemente procesos de identidad a partir de observar y ser observado, es decir, de ser emisor y receptor a la vez.
El teatro promueve la expresión de intereses y problemas de las personas que se interrelacionan con los intereses de los demás. Por medio de este proceso, los alumnos consiguen reflexionar sobre sí mismos y sobre el entorno. De esta manera, el juego teatral se convierte en un recurso didáctico que fortalece el trabajo en equipo, combate estereotipos y permite compartir experiencias.

¿De dónde surgen los temas que se representan en los talleres?

R.V: Surgen de los distintos contextos en los que se trabaja, de los conflictos propios que traen los niños desde sus historias personales y de su cotidianeidad, porque ellos son los protagonistas. No se trabaja con textos teatrales; la intención es que los niños valoren lo propio, sus vivencias, su realidad social. En algunos casos, se trabaja con textos literarios, pero siempre que contengan temas identificables con la realidad del grupo. Es muy común que en contextos sociales empobrecidos, como pueden ser las villas o las cárceles de menores, con padres ausentes y madres carentes de afecto, los niños no sean valorados y, por lo tanto, no valoren lo propio. La tendencia de los alumnos en estos casos, es copiar lo que está socialmente aceptado por miedo a ser rechazados. Entonces, resulta fundamental hacer especial hincapié en el desarrollo de la autoestima, para lograr que estos niños puedan expresarse, participar, explorar ideas e intenciones.
Está claro que un niño desvalorizado no participa ni se comunica, y cuando lo hace no aparece él, sino lo que cree que está bien, por ejemplo, copia cosas de la televisión. Por eso, es importante que el docente logre crear un clima de confianza que permita que el niño se anime a ser creativo, se comprometa con lo que hace, descubra cosas, entre en riesgo y no le tenga miedo al ridículo ni al error porque está permitido equivocarse.

¿Cuál es la relación que tiene el trabajo que realiza en los talleres con lo que el pedagogo Paulo Freire denominaba educación popular?

R.V.: Yo coordiné el Programa de Teatro Popular de América Latina durante la presidencia de Paulo Freire, y comparto su pensamiento. Justamente, el tener en cuenta principalmente el contexto social en el que se enseña, y respetar el saber previo que todo alumno trae, son dos cosas que Freire destacaba como necesarias en la educación popular. Además, Freire resaltaba la importancia del cuerpo y el placer en la enseñanza, así como la necesidad de establecer relaciones pedagógicas horizontales, donde tanto docentes como alumnos aprenden en la práctica y puedan cambiar su realidad.
Por medio de los talleres se trata de brindarle a los alumnos una seguridad que les permita valorarse y valorar a los demás, tomar sus decisiones y ser protagonistas activos.

¿Cuáles son las características ideales de un coordinador de un taller teatral?

R.V.: Es fundamental que se haya formado, pero la formación académica no garantiza la capacidad para coordinar un grupo. Por eso, tiene que tener también mucha práctica y capacidad de adaptación, porque no existen soluciones comunes a los distintos conflictos, sino que se van encontrando con la experiencia en cada grupo.
La metodología que yo uso en los talleres con docentes es, a grandes rasgos, la misma que van a usar los docentes con sus alumnos. Se parte de la formación de grupos para simular situaciones que pueden ser, por ejemplo, relaciones de poder, paternalistas, autoritarias o situaciones en el aula con chicos que no prestan atención o son hiperkinéticos. Por medio de este juego de roles, los docentes repiensan sus métodos y encuentran mejores herramientas para trabajar. Además, es importante que el coordinador sea tan creativo como democrático, y que tenga la suficiente sensibilidad como para respetar los distintos ritmos de los alumnos. También, tiene que ser capaz de desarrollar una lectura del cuerpo y del espacio, es decir, de aquellas actitudes, gestos y ubicaciones espaciales que proyectan estados de ánimo que los alumnos no quieren expresar verbalmente.

¿Cuál es la especificidad de la disciplina teatral en relación con otras disciplinas artísticas?

R.V.: El juego teatral trabaja con todo el cuerpo, no hay un instrumento de por medio como el pincel en el caso de la pintura, o la flauta en la música. La danza, igual que el teatro, también trabaja con el cuerpo como instrumento, pero lo que distingue al juego teatral es que permite trabajar mejor el conflicto, los intereses y deseos contrapuestos en un grupo. En los talleres se hace mucho hincapié en lo actitudinal. Sin duda, el juego teatral fortalece el trabajo en equipo, promueve la confianza y desarrolla sujetos participativos. Por medio del lenguaje verbal y del lenguaje gestual, muchas veces olvidado, los alumnos aprenden más de sí mismos y de los otros, a la vez que superan sentimientos de inseguridad y el temor a la crítica.

Algunos libros de Roberto Vega:

Escuela, Teatro y Construcción del Conocimiento

El juego teatral. Aportes para la transformación educativa

Teatro y derechos. De niñas, niños y jóvenes.